«Somos una comunidad de adoración pero no estática. Como pueblo, estamos en marcha, o así debería ser. Peregrinos, viajamos hacia el lugar más sagrado del universo, la presencia de Dios.»
«Dentro de lo cristiano la adoración es ante todo acción de gracias por la obra salvífica recibida. […] Le adoramos cuando destruimos la ficción de que somos autónomos, contrincantes suyos, cuando en verdad solo en él y de él podemos ser.»
«No se puede clamar a Dios, buscar su rostro y ofrecerle rituales mientras que estamos practicando la injusticia y faltando a la práctica de la misericordia.»
«Puede adorarse a Dios en silencio, en casa, andando por la calle, en el trabajo, en medio de la naturaleza o en muchos momentos y formas que no pueden –ni deben– ser nunca pautadas.»
«Quien conozca a Jesús sabe bien lo poco que le gustaban los montajes, los espectáculos y las pirotecnias multitudinarias. Siempre hará hincapié en el aspecto personal e íntimo muy por encima del público y notorio.»
«Si mantenemos al Señor constantemente delante de nosotros, permitiendo que nuestros corazones expresen el agradecimiento y la alabanza a él debidos, tendremos una frescura perdurable en nuestra vida religiosa, nuestras oraciones tomarán la forma de una conversación con Dios, como si habláramos con un amigo.»
(Ellen G. White, Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 99)