La suma de toda moralidad es tener la mente de Jesús

La norma ética de Jesús «no reside en un código ni en un orden social. Reside en una vida en la cual el amor a Dios y al hombre es el resorte de todo pensamiento, palabra y acción; y para los cristianos la suma de toda la moralidad es tener la misma mente que había también en Cristo Jesús.»

(T. W. Manson)

La gracia es el punto de partida

«Pelagio era educado, cortés, convincente y le caía bien a todo el mundo. Agustín había derrochado su juventud en la inmoralidad, tenía una extraña relación con su madre y se conseguía muchos enemigos. Sin embargo, hizo de la gracia su punto de partida y las cosas le salieron bien, mientras que Pelagio comenzaba por el esfuerzo humano y se descarriaba.»

(Philip Yancey)

Dios ama a las malas personas

«Jesús no vino para darnos una moral más estricta. Los judíos entre los cuales él vivía eran las personas moralmente más rigurosas de todo el Imperio Romano. Pero Jesús vino con un mensaje mucho más radical, con un mensaje que no consistía en que Dios ama a las buenas personas sino a las malas, que Dios desea que su familia vuelva con él, que regresemos.»

(Philip Yancey)

La mera moralidad no es el fin de la vida

«La mera moralidad no es el fin de la vida. […] La gente que sigue preguntando si no puede llevar una ‘vida decente’ sin Cristo no sabe de qué va la vida. Si lo supiera, sabría que una ‘vida decente’ es mera tramoya comparada con aquello para lo que los hombres hemos sido realmente creados.»

(C. S. Lewis)

La virtud debe ejercitarse sin reparar en las consecuencias

«Una virtud es una cualidad humana adquirida. Su obtención se logra por hábitos, costumbres repetitivas, imitaciones del carácter de los virtuosos y el consecuente entrenamiento y educación. Lo característico de la virtud es que para ser eficaz y producir los bienes internos que son su recompensa, debe ejercitarse sin reparar en las consecuencias.»

(Alasdair MacIntyre)