«Los atributos del pueblo de Dios (su libertad, justicia, santidad y gloria) no pertenecen primariamente o por derecho a los cristianos individuales, ni a la suma de todos los cristianos en un momento dado, ni tampoco a toda la cristiandad redimida de todos los tiempos. Son primariamente atributos de Cristo, que él comparte con quienes dependen de él.»
(C. H. Dodd, La Biblia y el hombre de hoy, Madrid: Cristiandad, 1973, pág. 90)
«Hay muchos que tratan de reformarse corrigiendo este o aquel mal hábito, y esperan llegar a ser cristianos de esta manera, pero ellos están comenzando en un lugar erróneo. Nuestra primera obra tiene que ver con el corazón.»
(Ellen G. White, Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 62)
«No hemos de imitar a ningún ser humano. No existe ningún hombre suficientemente sabio que pueda servirnos de ejemplo. Debemos contemplar al Hombre Cristo Jesús, en quien habita plenamente la perfección de la justicia y la santidad.»
«No es una evidencia concluyente de que un hombre sea cristiano el que manifieste éxtasis espiritual bajo circunstancias extraordinarias. La santidad no es arrobamiento; […] es vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
«El secreto de una vida santa es saber (Rom. 6: 6) que nuestro viejo yo ha sido crucificado con Cristo […], que una vuelta a la antigua vida es impensable.»
«Decimos: “Nunca aspiré a ser un santo, solo quería ser un tipo común y corriente decente”. Y cuando decimos esto, imaginamos estar siendo humildes. […] Pero el asunto no es lo que pensábamos ser, sino lo que Él pensaba que fuéramos cuando nos hizo.»
«El principio fundamental de toda ética neotestamentaria consiste en que el hombre, por la fuerza del Espíritu Santo y por la fe en la obra de Cristo, ya es lo que será en el futuro, ya está libre de pecado, ya es santo, o sea, ya es lo que sólo se hará realidad plena en el futuro.»
(Oscar Cullmann, Cristo y el tiempo, Madrid: Cristiandad, 2008, pág. 98)