Jesús nunca causó una pena innecesaria a un alma sensible

«Cristo mismo no suprimió una palabra de la verdad, sino que la dijo siempre con amor. Ejerció el mayor tacto y atención reflexiva y bondadosa en su trato con la gente. Nunca fue rudo ni dijo innecesariamente una palabra severa; nunca causó una pena innecesaria a un alma sensible.»

(Ellen G. White, El Deseado de todas las gentes, pág. 319)