«Cristo mismo no suprimió una palabra de la verdad, sino que la dijo siempre con amor. Ejerció el mayor tacto y atención reflexiva y bondadosa en su trato con la gente. Nunca fue rudo ni dijo innecesariamente una palabra severa; nunca causó una pena innecesaria a un alma sensible.»
(Ellen G. White, El Deseado de todas las gentes, pág. 319)
«Para “los de abajo” (publicanos, adúlteras, rameras, pobres) Jesús tenía sólo palabras compasivas, de comprensión y perdón, mientras a “los de arriba” (ricos, fariseos, sacerdotes, escribas), cuesta mucho encontrar palabras que no sean severas.»
«Las palabras de reproche que Dios halla necesario enviar se pronuncian siempre con tierno amor, y con la promesa de paz a cada creyente arrepentido.»
(Ellen G. White, Los hechos de los apóstoles, Boise [Idaho]: PPPA, 1957, p. 469)